Violencia cultural

Francisco Jiménez Bautista y Francisco Adolfo Muñoz Muñoz.

Tal como hemos explicado al dar la definición genérica de violencia, con el paso de los años los investigadores hemos distinguido entre diversas formas de la misma como una manera de poder profundizar mejor en cada una de sus facetas, aunque en el fondo todas pudieran pertenecer a una misma matriz y estar interaccionadas. Bajo el concepto de violencia cultural se intenta comprender todas las facetas culturales que de una u otra forma apoyan o justifican las realidades y prácticas de la violencia. Si la violencia directa es generada desde el propio agresor y la violencia estructural está organizada desde el sistema -la estructura-, la violencia cultural lo hace desde las ideas, las normas, como alegato o aceptación natural de las situaciones provocada por ella. Es decir, todo aquello que, en definitiva, desde la cultura legitime y/o promueva la violencia de cualquier origen o signo.

La cultura como conjunto de normas e instituciones propias de cada sociedad intenta justificar y dar coherencia a todas las actuaciones que las personas llevan a cabo, favorece la integración entre ellas, con otros grupos, comunidades, el conjunto de la humanidad y con la naturaleza y el universo. Por tanto las culturas han tenido que integrar y armonizar los conflictos, la paz y en el caso que ahora abordamos, la violencia. Pero a partir de un determinado momento la cultura no sólo justifica sino que también puede promover la acción en un determinado sentido, por eso nos preocupa seriamente aquellos aspectos en los que disculpa y promociona la violencia.

Así, la violencia cultural podría identificarse con la ideología de la violencia, como una especie de superestructura de los sistemas violentos, unas construcciones culturales que conviven, cubren e intentan armonizar y darle coherencia. En este sentido, actúa en todos los ámbitos de la cultura (ética, religión, moral, leyes, ciencia, filosofía, literatura, arte, etc.). Por ejemplo, ciertos discursos sociales y políticos se convierten en justificadores de formas de explotación o marginación; la palabrería y la propaganda alienadora; la manipulación sesgada e intencional de las ideas para perpetrar con éxito el adoctrinamiento generalizado; la información deforme de los medios de comunicación de masas; algunas costumbres; ritos y actos institucionales que pueden contribuir a difundir directamente la utilidad de la violencia; las propuestas que incluyen discriminaciones por razones de creencias, religión, sexo, color de la piel u o tras diferencias físicas; las ideas que justifican que el acceso al bienestar no sea igualitario o democrático; las razones que justifican la guerra, la explotación, la marginación, la pobreza, el analfabetismo, la propia marginación cultural; etc..

En el mundo contemporáneo las realidades de la violencia son cada vez más complejas, no solamente extienden su presencia a todas las escalas de las actividades humanas (individuos, familias, grupos, ciudades, regiones, países, o todo el planeta), sino que se adaptan a las nuevas formas (colonialismo, imperialismo, aspectos del liberalismo y la globalización). Veamos como, por ejemplo, desde un sistema mundial estructurado en centros y periferias de acuerdo con la capacidad de acceso a los recursos, la violencia cultural genera visiones que incluyen formulaciones de etnocentrismo, jerarquía, dominación, meritocrácia, sin tener en cuenta el respeto de los derechos humanos, ni la justicia y la equidad que permitan un desarrollo sostenible y autocentrado. También los intentos de imponer modelos culturales universales (p.e.: el pensamiento único) que infravaloran o niegan la riqueza y el valor actual y estratégico de la interculturalidad.

Muchas corrientes contemporáneas de la investigación conceden una importancia esencial al lenguaje en la construcción de la cultura, ya que se relaciona e induce las formas de pensar y de actuar. Desde esta perspectiva debemos concederle gran importancia tanto a la promoción de una cultura de la paz, plural e integradora, como a la des-construcción de la violencia cultural. Sin ninguna duda, las palabras, las frases, la lengua se convierten en elementos de primer orden en la creación de relaciones pacíficas -o en su caso violentas- debemos ser conscientes de ello y utilizarlas para reconocer a los demás, dulcificarlas, dotarlas de cariño y amor, liberarlas de agresiones, marginaciones o ignorancias. Algunos autores han prestado especial atención los símbolos como elemento central en la construcción de nuestro lenguaje, conocimiento, actitudes y conductas y, en consecuencia, podríamos hablar de una violencia simbólica como la elaboración más abstracta de las discriminaciones y marginaciones entre los seres humanos.

Muchas corrientes contemporáneas de la investigación conceden una importancia esencial al lenguaje en la construcción de la cultura, ya que se relaciona e induce las formas de pensar y de actuar. Desde esta perspectiva debemos concederle gran importancia tanto a la promoción de una cultura de la paz, plural e integradora, como a la des-construcción de la violencia cultural. Sin ninguna duda, las palabras, las frases, la lengua se convierten en elementos de primer orden en la creación de relaciones pacíficas -o en su caso violentas- debemos ser conscientes de ello y utilizarlas para reconocer a los demás, dulcificarlas, dotarlas de cariño y amor, liberarlas de agresiones, marginaciones o ignorancias. Algunos autores han prestado especial atención los símbolos como elemento central en la construcción de nuestro lenguaje, conocimiento, actitudes y conductas y, en consecuencia, podríamos hablar de una viol encia simbólica como la elaboración más abstracta de las discriminaciones y marginaciones entre los seres humanos.

Véase: violencia, violencia directa, violencia estructural, violencia simbólica.

Bibliografía

Si citas el artículo, cita la fuente:
Francisco Jiménez Bautista y Francisco Adolfo Muñoz Muñoz. Violencia cultural. En: Mario López Martínez (dir.), et al. Enciclopedia de Paz y Conflictos: L-Z. Edición especial. Tomo II. María José Cano (dir. de la colección); Elvira Muñoz (ilustraciones); Jose María Medina (cubierta). Granada (Granada, España): Editorial Universidad de Granada, 2004. 1227 p. Colección Eirene. Depósito legal GR/179-2004, ISBN de la obra completa: 84-338-3095-3. ISBN 84-338-3097-X. p. 1161-1163.

Francisco Adolfo Muñoz Muñoz